Como informamos en nuestro reporte anterior, planeamos hacer un viaje al sur de Colombia, al Amazonas, para visitar a la familia misionera que ya está allí y para que Liliana pudiera ver de primera mano lo que probablemente sería nuestro futuro ministerio.
De ida el viaje fue largo, con interrupciones en la vía por mantenimiento y una espera de una hora por el accidente de un bus que se salió de la carretera y se fue por un barranco. Eso provocó que la parte más dura del viaje, cruzando la cordillera, fuera por la noche. Gracias a Dios no había mucho tráfico y el clima fue favorable. Al llegar a nuestro destino vimos que la llanta izquierda trasera estaba pinchada. Llegamos con “una llanta pinchada”, pero gracias a Dios alcanzamos a llegar sanos y salvos. Regresando no tuvimos inconvenientes.
Parte del tramo que tuvimos que hacer por la noche. De las 4 zonas de deslizamientos esta es la peor. Cruzamos ese pequeño y provisional puente metálico que fue colocado en septiembre. Por eso viajamos en esta época de menos lluvias.
Y EN LA SELVA . . .
Descansamos un día y entonces emprendimos el viaje por bote rápido hacia un pueblo pequeño, muy pequeño, pero muy cerca de las comunidades indígenas. Allí nos recibió un hermano, pastor de la única iglesia evangélica del lugar. El pastor nos proveyó de un motor y una canoa para poder emprender nuestro viaje a las comunidades que deseábamos visitar.
Desde nuestra perspectiva, fue un poco abrumador pensar en dejar nuestra comodidad para vivir en condiciones muy diferentes a las que estamos acostumbrados. Pero el reconocer que nuestro Creador es digno, y que su deseo es que el Evangelio corra y sea glorificado nos animó a estar dispuestos a obedecer Su voluntad que es perfecta.
Los insectos del lugar hicieron fiestas con nosotros, además no hay baños, una palita y una vasija son tus mayores aliados en esta zona. No fue muy cómodo estar allí pero fue un desafío enorme. Lo que más nos impresionó fue el hambre espiritual de las personas que pudimos visitar.
Julieta y Milton, con sus hijos Natanael y Juanita, serán nuestros compañeros de equipo.
De regreso fue de mucho ánimo ver el deseo y la esperanza de la familia Bulla, quienes tienen 2 hijos pequeñitos, de saber si el Señor estaba inclinando nuestros corazones a servir con ellos en esta parte de la obra misionera.
Aunque ese día no pudimos darles una respuesta, 3 días después lo hicimos. El Señor confirmó en nuestros corazones que queremos acompañarlos, dar lo mejor de nosotros para servir a la gente de ésta parte del amazonas el tiempo que el Señor quiera tenernos ahí.
Así que, queremos comunicarte que desde ahora, somos parte de este equipo misionero. Deseamos su acompañamiento, sus oraciones a nuestro favor pero sobretodo deseamos andar en la perfecta voluntad del Padre.
NUESTRAS peticiones de ORACIÓN
– Por nuestra mudanza al área selvática, que el Señor nos guíe para saber el momento preciso para hacerlo.
– Por la cirugía que nuestra hija necesita en sus rodillas, por una buena cirugía y que pueda ser pronto para acompañarla y cuidarla antes de que nos mudemos. También por su endometriosis, que el Señor le sane si es Su deseo, pero es nuestro deseo que pueda sanar y dejar de tener tanto dolor.
– Por nuestro hijo menor, que pueda tomar una decisión en cuanto a su futuro, deseamos que vaya con nosotros por lo menos por el primer año.
– Por el trabajo de nuestro hijo mayor. Damos gracias al Señor por el sustento para él, que Dios pueda guiarlo y respaldar sus proyectos hacia el futuro, pero siempre de la mano del Señor.
– Que nuestros hijos puedan permanecer en la Palabra de Dios, creciendo como discípulos en el Señor y acompañados de otros creyentes.
¡Muchísimas gracias!